A raíz de un articulo publicado hace algunos días en una revista semanal de corte liviano, me encontré con una entrevista a Juan Pablo Langlois Vicuña, artista visual, escultor y primer instalador, -según algunos entendidos-, y que en el año 1968 amarro una manga de polietileno de más de 200 metros, rellena de papel y que enroscó como culebra en una palmera y la introdujo en una ventana del Museo de Bellas Artes.
Pero mi comentario esta dirigido a una exposición que realizara en el año 2006, en al Universidad Arcis, “Papeles Ordinarios”.
En esta muestra el artista representó escenas eróticas, hechas con papel de diarios y cola fría, figuras humanas a escala natural.
La muestra fue impactante, aunque para algunos fue un poco fuerte pues representaba escenas de homosexualidad, lesbianismo, masturbación y zoofilia.
La crudeza en que se representaba las diferentes formas de amor, era de personajes de la vida cotidiana, del ser común y corriente, del gordo, del viejo, del feo, etc.
Langlois, no es un viejo cartucho, representa la vida, el amor y el sexo en forma natural.
Los artistas, generalmente nos autocensuramos, y nos cuesta representar la vida tal como es.
El sexo y el amor es parte de la vida, hay que aprender de su honestidad.
Juan Pablo Langlois Vicuña, nació en Santiago el 26 de febrero de 1936.
Entre los años 1952 y 1962 Estudió arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Universidad Católica de Valparaíso.
Los primeros trabajos visuales estuvieron muy relacionados con su formación de arquitecto y consistieron en indagaciones en torno al arte óptico, atrapado en la bi - dimensionalidad de la tela.
Más tarde evolucionó hacia un arte completamente diferente, donde las obras transitaron de lo abstracto a lo figurativo y de la escultura a la gráfica.
Langlois a través de todo su trabajo plástico ha mantenido una constante en la cual el valor de su obra ha residido en la idea y su acción creadora, en la que relaciona temas, materiales y procesos de la cultura popular y que se expresa a través de un arte efímero, donde ni el oficio o técnica, ni el soporte son importantes.
Nelson
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