Taller 56

Espacio de exhibición, gestión de proyectos artísticos, referente que destaca el trabajo de artistas emergentes.

sábado, mayo 26, 2012

La obra y el espectador



En parte motivados por este video que ofrecemos y que ejemplifica muy bien hasta donde puede llegar la falsedad humana en cuanto a cierta pintura se refiere, no sólo de parte del que la hace sino, también, del que la mira. Para que exista una supuesta pintura debe existir un supuesto espectador y este último tiene el mismo grado de responsabilidad en el fraude que se ha vivido desde comienzos del siglo XX.
En las escuelas de arte nos enseñaron que teníamos que expresarnos libremente (en realidad los profesores no tenían ganas de enseñar). Es así como salió cada mamarracho que llamábamos arte por el sólo hecho de estar exhibido. Pero el equívoco no terminó ahí, se impuso la idea de que el espectador era el que debía interpretar la obra e imaginar su significado y el círculo se cerró, perfectamente. Toda pintura era válida y el espectador debía atribuirle cualidades de obra de arte. Y es así como nos siguen pasando gatos por libres, una y mil veces.
"Las escuelas de arte no son necesarias, ser artista es una actitud que se adquiere como ponerse unos zapatos, y el arte se designa. El arte no tiene valor de calidad, ni tecnicas específicas, entonces tampoco requiere ser enseñado en una escuela" ("Reflexiones sobre arte contemporáneo. Brevísimo diccionario de una impostura", publicado por Avelina Lésper".

Entender o no entender, esa es la cuestión

Uno de los argumentos más reiterados de los artistas contemporáneos es que ciertos espectadores "no entienden" y si no entienden es porque "no saben" y eso es imperdonable en el mundo frívolo y snob del arte y en las inauguraciones, en especial. Nunca te atrevas a decir: "no me gusta", ¡eso es sacrilegio! Si no te gusta es porque no entiendes y si no estiendes eres un ignorante.
Confunden creer con entender. Cuestionar a la obra es no entender. No piden que se entienda, piden que se crea que eso es arte. En el momento en que dejen de creer que eso es arte, dejará de serlo. Si no crees en el milagro, el milagro no existe. Esta actitud elitista: “Tú no entiendes”, margina al público, lo expulsa de los museos y le quita al artista la responsabilidad de las consecuencias de la obra. Si el público no ve en la obra lo que el concepto y el significado dictan es que es ignorante. El artista es infalible, nunca se equivoca. La sensibilidad del espectador es inoperante, el artista es intocable. ("Reflexiones sobre arte contemporáneo. Brevísimo diccionario de una impostura", publicado por Avelina Lésper".




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