Taller 56

Espacio de exhibición, gestión de proyectos artísticos, referente que destaca el trabajo de artistas emergentes.

domingo, octubre 09, 2005

Pintura Chilena

Hola mis maestros favoritos de la pintura chilena son
Alfredo Valenzuela Puelma
Juan francisco González
Pablo Burchard
Camilo Mori
Adolfo Couve

Roberto Matta

"La juventud tentada por los vicios"

Después de los contemporáneos me gusta las obras de...
Patricia Israel
Roser Bru
Gonzalo Cienfuegos
Michael Wright
Coco González
Lorenzo Moya
Sebastián Garrtón
Jorge Vilches
Vero Colodro
Lo dijo Pancho Álvarez

Alfredo Valenzuela Puelma
Nace en Valparaíso en 1856.

Estudia en la Academia de Pintura, teniendo como maestro a Ernesto Kirchbach, y con posterioridad al maestro Juan Mocchi.
Pertenece al llamado "Grupo de los Cuatro Maestros", junto a Pedro Lira, Juan Francisco González y Alberto Valenzuela LLanos. También a la "Generación del Medio Siglo", que incluia a los artistas nacidos en la década de 1850.
En 1881, recién egresado, marcha a París, becado por el Gobierno.


Sus amigos los describen como "vivaz" y "alocado".

Copia algo de Ribera, de Julio Bretón, Rembrant y Tiziano.
En 1885 regresa a Chile. Ese año, su cuadro "La Perla del Mercader", queda en exhibición en el Salón de París.
Nuevamente becado, vuelve a París en 1887.


Es el momento en que Tolouse Lautrec pinta en Montmartre y Gaugin ha viajado a Panamá y La Martinica.
Cultiva el desnudo femenino como un factor de estilización.


Se destaca como su desnudo mejor logrado "Las Ninfas de las Cerezas", atendiendo a su trasnparencia y lirismo. Otras obras que incursionan en el tema son "La Magdalena" y "Náyade cerca del Agua".
Es laureado en París y Madrid.
Tuvo dos hijos hombres y una niña, pero la pequeña muere a los seis meses de vida.
Se dice que es su hijo menor, Alfredo, quien fue su modelo para "La Lección de Geografía", una de sus obras más conocidas.
Aparte de "La Magdalena", tiene otras obras de carácter religioso, como "Jesús y Santo Tomás".


No obstante, en el contexto político chileno, se le sitúa como anticlerical y balmacedista.
Su último viaje a París lo realiza en 1907, sin beca y por sus propios medios.


Debió trabajar en actividades ajenas a la pintura y falleció el 27 de Octubre de 1909 en un asilo para insanos mentales, en Villejuif, un pueblo cercano a París.
Sintetizando el espacio de tiempo que duró su vida en relación a los acontecimientos que ocurrían en Chile: Cuando el pintor tenía 23 años, la Esmeralda se hundía en Iquique. A sus 26 años concluía la Guerra del Pacífico.


A sus 35 años, se suicidaba el Presidente don José Manuel Balmaceda, quien lo había becado en dos oportunidades.


"La Perla del Mercader"

Su Cuadro "La Perla del Mercader", se encuentra en la exposición permanente del Museo de Bellas Artes de Santiago.
En el Salón de París fue conocida como "El Mercader de Esclavas".
Los temas orientales gozaban de gran prestigio en París, a fines del siglo pasado. En el pintor están influyendo estilos que conoció en dicha ciudad y la pintura española, polos opuestos que se esfuerza en hacer compatibles.
No lo tocan los trazos de Manet, que por entonces ejercía un fuerte atractivo. Prefiere las soluciones vigorosas. Su concepción naturalista lo acerca a Benjamín Constant, orientalista e hispanizante.
Tratándose de una obra cuya perspectiva no parece alcanzar más allá de los cinco o seis metros de profundidad, de hecho posee una dimensión hacia adelante, hacia donde se encuentra el espectador.
En efecto, allí, sin hacerse presentes en la pintura, están sin duda los compradores. Ricamente vestidos, portan joyas, oro y gemas, además de dracmas, rupias, piastras y dinares, en busca de una buena adquisición. También forman parte de la obra y le añaden espacio y extensión.
El Mercader es elocuente, habla en tono grave, pondera cada detalle de lo que está ofreciendo: la juventud, la belleza de las formas, su piel blanca, la educación, la inteligencia y la virginidad. La vehemencia se refleja en el gesto de sus manos.
La vida del artista fue particularmente dramática, más allá de lo expuesto en la breve síntesis histórica, y ésto debió gravitar en su actividad creadora.
Obras deslumbrantes como la que se examina, y en general, las del autor, son producto de la buyente actividad artísitica de París; del talento sobresaliente del pintor; de la riqueza del medio local proveniente del salitre; del entusiasmo con que se construian palacios en Santiago y provincias, los que debían ser engalanados con obras maestras. Se vivía el optimismo de un esplendor cuyos límites no se vislumbraban.
Hacia ese ámbito -mercado, se diría hoy-, estaban dirigidas las obras del artista.
Esta situación pudo contribuir significativamente en su rechazo a las tendencias más innovadoras, y su adhesión a las normas académicas.
A su funeral asistió una sola persona: un arquitecto chileno de apellido Thauby, que recibió y acompañó sus restos, los que 30 años después fueron repatriados gracias a una campaña efectuada por el diario "El Mercurio", con la colaboración de la Compañía Sudamericana de Vapores.


Lo escribe Nelson

Pintura





Edward Hopper




Nacido en Nyack, una pequeña ciudad a orillas del río Hudson en una familia culta y burguesa, Hopper entra en 1900 en la New York School of Art. En ese instituto coincidirá con otros futuros protagonistas del arte americano de principios de los años 1950: Guy Pène du Bois, Rockwell Kent, Eugene Speicher y George Bellows.
Sin embargo los contactos que resultarán fundamentales para su formación y para su desarrollo como pintor serán tres de los profesores de la escuela:
William Merrit Chase, que le animó a estudiar y a copiar lo que veía en los museos; Kenneth H. Miller, que le educó en el gusto por una pintura nítida y limpia, organizada en una composición espacial ordenada; Robert Henri, que contribuyó a liberar el arte de la época del peso de las normas académicas, ofreciendo de ese modo un ejemplo activo al joven Hopper.
Tras conseguir su título, Hopper obtuvo su primer trabajo como ilustrador publicitario en la C. Phillips & Company.
En 1906 viaja a Europa por primera vez, visitando París, en donde experimentará con un lenguaje formal cercano al de los impresionistas, y siguiendo viaje en 1907 a Londres, Berlín y Bruselas.
El estilo personal e inconfundible de Hopper, formado por elecciones expresivas precisas, emerge y se forma en
1909, cuando decide regresar a París durante seis meses, pintando en Saint-Gemain y Fontainebleau.
Su pintura se caracteriza por un peculiar y rebuscado juego entre las luces y las sombras, por la descripción de los interiores, que aprende con
Degas y que perfecciona en su tercer y último viaje al extranjero, a París y a España, en 1910 y por el tema central de la soledad.
Mientras en Europa se consolidaban el
fauvismo, el cubismo y el arte abstracto, Hopper se siente más atraído por Manet, Pissarro, Monet, Sisley, Courbet, Daumier, Toulouse-Lautrec y por un pintor español anterior a todos los anteriores: Goya.
De regreso definitivo a los
Estados Unidos, de donde ya no saldrá, Hopper abandona las nostalgias europeas que le habían influido hasta entonces y empieza a elaborar temas unidos a la vida cotidiana norteamericana, modelando su estilo a la vida cotidiana. Entre los temas que aborda hay sobre todo representaciones de imágenes urbanas de Nueva York y de los acantilados y playas de la cercana Nueva Inglaterra.
En
1918 se convierte en uno de los primeros integrantes del Whitney Studio Club, el centro para los artistas independientes de la época más dinámico.
Entre
1915 y 1923 abandona temporalmente la pintura, dedicándose a nuevas formas expresivas como el grabado, usando la punta seca y el aguafuerte, con los que obtendrá numerosos premios y reconocimientos, incluso alguno de la prestigiosa National Academy.
El éxito conseguido con una exposición de acuarelas (1923) y otra de lienzos (1924) hacen de Hopper el autor de referencia de los realistas que pintaban escenas americanas.
Su evocadora vocación artística evoluciona hacia un fuerte realismo, que resulta ser la síntesis de la visión figurativa unida al sentimiento poético que Hopper percibe en sus objetos.
Imágenes urbanas o rurales, inmersas en el silencio, en un espacio real y metafísico a la vez, que comunica al espectador un sentimiento de alejamiento del tema y del ambiente en el que está inmerso bastante fuerte. Hopper consigue esto por medio de una esmerada composición geométrica del lienzo, por un sofisticado juego de luces, frías, cortantes e intencionadamente "artificiales", y por una extraordinaria síntesis de los detalles. La escena aparece casi siempre desierta; en sus cuadros casi nunca encontramos más de una figura humana, y cuando hay más de uno lo que destaca es la alienación de los temas y la imposibilidad de comunicación resultante, que agudiza la soledad. Un ejemplo de este tipo de obras es
Nighthawks.
En
1933 el Museo de Arte Moderno de Nueva York le consagró la primera retrospectiva, y el Whitney Museum la segunda, en 1950.
Hopper muere el
15 de mayo de 1967 en su estudio neoyorquino, cerca de Washington Square.